Cuando una mujer
embarazada no recibe ningún tratamiento, se atiende el parto vaginal o el niño
recibe leche materna, el riesgo de contagio con el virus es de alrededor del 30%.
Si se da tratamiento antiretroviral a la madre y al recién nacido, parto por
cesárea y no lactancia materna, la probabilidad de que el niño se contagie con
el virus se reduce al 1%. Por eso es importante que todas las mujeres
embarazadas realicen controles prenatales y una prueba de VIH. Pero en la
realidad en muchas EPS, por reducción aparente de costos, no solicitan la
prueba de VIH. Las mismas mujeres no van a los controles, sobre todo en zonas
rurales y de conflicto y cuando llegan es en el momento del parto. Todo esto contribuye
a que se aumenten las estadísticas de estos casos.
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